La pizza es una de las comidas favoritas de los argentinos y un clásico infaltable en cualquier reunión. Sin embargo, a pesar de ser tan popular, hay un detalle que la mayoría de los consumidores desconoce: el verdadero propósito del famoso “cosito de la pizza”.
Ese pequeño objeto blanco, colocado en medio de la pizza recién salida del horno, suele pasar inadvertido o ser visto como un simple accesorio. Pero la ciencia del delivery tiene una explicación muy concreta para su existencia.
¿Qué es y para qué sirve?
Su nombre real es soporte de pizza o protector de pizza, y su función es tan simple como esencial: impedir que la tapa de la caja toque el queso y los ingredientes durante el traslado.
Sin este pequeño armazón, la tapa podría hundirse por el calor o el peso del envase, arruinando la presentación, desparramando los ingredientes y afectando incluso el sabor. El soporte actúa como un “pilar” que mantiene la estructura interna de la caja y protege la superficie de la pizza.
¿Por qué se inventó?
El origen del soporte responde a una necesidad concreta de las pizzerías: garantizar que la pizza llegue en perfecto estado al cliente. El delivery planteaba un problema frecuente -el choque entre la tapa y el queso caliente- y este pequeño invento lo resolvió por completo.
Con su diseño sencillo, evita que:
- los ingredientes se peguen al cartón,
- el queso se derrita sobre la tapa,
- la pizza se desarme durante el viaje.
Es un detalle mínimo, pero garantiza una experiencia mucho mejor al momento de comer.
Un invento que traspasó fronteras
El soporte de pizza fue patentado en los años 80 y, desde entonces, se convirtió en un elemento universal del servicio de delivery. Su utilidad lo volvió indispensable, al punto de que hoy existen versiones ecológicas creadas para reducir el impacto ambiental y ofrecer opciones más sustentables.